En una didáctica conversación, los dos Académicos señalan cómo los actuales modelos de inteligencia artificial son capaces de procesar millones de datos en segundos para articular una medicina más precisa, rápida y personalizada. Sin embargo, esta capacidad, consideran, también abre preguntas críticas: ¿Hasta qué punto debemos delegar en máquinas la toma de decisiones que afectan a vidas humanas? ¿Cómo evitar sesgos, errores o dependencias peligrosas? ¿Qué ocurre cuando un algoritmo comete un fallo que un médico humano jamás habría pasado por alto?

Alonso y Maojo abordan casos reales, ejemplos actuales y dilemas de estas herramientas y destacaron la importancia de mantener la supervisión humana, reforzar la formación en tecnología y bioética y garantizar que los algoritmos sean transparentes y auditables. Asimismo reflexionan sobre el futuro de la profesión médica: lejos de sustituir a los profesionales, la inteligencia artificial debería servir como un apoyo que amplíe sus capacidades, no como un reemplazo que reduzca su criterio.

Otro de los grandes temas de la conversación es el papel de las emociones, la empatía y el razonamiento ético, elementos que ningún algoritmo puede replicar y que son esenciales en la relación médico-paciente. La medicina, coinciden, no es sólo precisión técnica, sino que implica confianza, acompañamiento y responsabilidad. Esta tecnología puede aportar datos, pero no puede asumir el peso moral de una decisión clínica. De ahí que concluyan que el futuro debe pasar por una colaboración equilibrada entre humanos y máquinas, en la que la tecnología mejore la capacidad del profesional sin sustituir su juicio.