El Economista
Las exportaciones alemanas cayeron un 0,1 % en el primer semestre, en comparación con el mismo periodo del año anterior, mientras que las importaciones aumentaron un 4,4 %, según informó este miércoles la oficina federal de estadística, Destatis. Con ello, la balanza comercial tuvo un superávit de 104.000 millones de euros, un 22,2 % menos que en la primera mitad de 2024.
Muchos trabajadores tienen la opción de hacer horas extra en su trabajo. Lo hacen principalmente para aumentar sus ingresos, ya que esos tiempos adicionales de empleo se pagan mejor y es un aliciente para el empleado que busca ahorrar o destinar ese dinero extra para otros menesteres.
Los británicos siguen sufriendo las vicisitudes de un indeseado compañero de viaje que no se quiere bajar del coche: la inflación. Aunque la crisis inflacionaria posterior a la pandemia y a la invasión de Ucrania azotó también con fuerza a la Europa continental, en el archipiélago británico el pico llegó algo más lejos (un estruendoso 11,1% interanual frente al 10,6% de la eurozona) y el proceso de desinflación fue más lento. Los titulares abundaron y algún analista llegó a decir que Reino Unido aunaba "lo peor de ambos mundos" (una crisis energética como la de sus vecinos europeos y un tenso mercado laboral con importantes presiones salariales como en EEUU). Ahora, cuando los precios parecen haber vuelto a la calma en la eurozona con una tasa de IPC del 2% interanual en julio, el objetivo que se suelen marcar los bancos centrales, en Reino Unido esta métrica vuelve a acercarse peligrosamente al 4%.
La legislación laboral otorga a los trabajadores numerosos derechos que no siempre se conocen, a menudo enmascarados entre las costumbres y hábitos de las empresas y los propios empleados. Pero existen, son una realidad y, por lo tanto, se pueden disfrutar.
Hasta hace unos años, cuando se hablaba de China como la 'fábrica del mundo', la mayoría de la gente pensaba en productos como sencillos juguetes con la pegatina 'Made in china' en su reverso. Ahora, cuando se emplea esa expresión, ya no se piensa solo en perecederos productos de plástico o ropa muy barata, también en imponentes vehículos eléctricos con tecnología puntera o en modernos y asequibles dispositivos electrónicos cuando no en aparatos robóticos. Lo que ha habido en medio es un ingente esfuerzo por parte de Pekín en potenciar las industrias más innovadoras, buscando por una parte una menor dependencia de Occidente (China ya no es el comprador por antonomasia de Alemania) y por otra dominar en el reparto de la tarta del comercio mundial. Aunque el avance en la materia es incuestionable, como reflejan las nuevas dinámicas mundiales en materia comercial, algo no termina de ir bien en la factoría china. Pese al empeño mostrado (en forma de masivas inversiones), esta determinación no se está traduciendo en una creación de valor económico y el tiempo se acaba: es una realidad que Pekín no podrá sostener en el tiempo este esfuerzo mucho más tiempo.